miércoles, mayo 03, 2006




















Amo Nueva York
Nunca he estado ahí
Pero amo Nueva York

Alguna vez teniendo mucho sueño
Pienso que debo escribir mi opera prima
Amo Nueva York
Pero nunca he estado ahí

Miedo Miedo Miedo
Fear Fear Fear

Mañana compartiré el baño
Con una señorita que sepa muy bien francés
En mi segundo día en Nueva York
Tomaré Puente
Bajaré por Bandera
Hasta Mapocho
Sólo hasta Mapocho
Para tirarle pop corn
Al halcón peregrino
Y cuando llegue a Conce
Mi maldito Conce
Entraré en una tienda de Maipú
Venderé el casette que esté escuchando
Para comprarme uno de Reed
Porque eso hay que escuchar en Nueva York

Miedo Fear Miedo
Claro que así
Calientita en mi camita
ita
No puedo ir a Nueva York
Y no entiendo muy bien
De qué podría tratar una buena
Opera prima

martes, mayo 02, 2006


NARCISO, PERPLEJO Y EL SABIO

Una noche... de hace muchos muchos años atrás, tres personajes se juntaron en la cocina de un céntrico departamento penquista.

Uno tenía cara de ángel, el otro de diablo. Para terminar la triada, una chica con vocación por los hombres y la melancolía.

Discutían sobre cosas profundas desde sectores diametralmente opuestos. Todos sentían que esa noche era especial.

Perplejo opinaba que de la putrefación a la ilusión. Narciso opinaba que de la putrefación a la ilusión.

Narciso y Perplejo eran la misma persona.

El Sabio opinaba que dios, que el amor, que la pureza del pensamiento.

La chica los observaba con mirada lasciva. Ella echó a pelear a los dos gallos y contemplaba fascinada lo bello de las estocadas.

La mañana llegaba y el alcohol se acababa. Narciso y Perplejo opinaron que ya era hora de irse. El Sabio ya quería descansar.

La Chica se sentó un rato a mirar los vasos vacíos, fumó el último cigarrillo, vió como se consumía en sus dedos y se sintió grande.

Narciso, Perplejo, el Sabio y la Chica nunca volvieron a ser los mismos. Descanzan ahora 7 metros bajo la tierra que se acumula sobre sus libros.