sábado, diciembre 10, 2005



De los 20°

No se si confesarlo como una suerte de pecado, pero siempre me ha gustado Fitzgerald, desde que "Los bellos y los Malditos" llegó a mis manos hace ya mucho tiempo. Soy una groupie fatal.
A qué me refiero con esto de pecado? Muy simple.
Fitzgerald es un compendio de "filosofía de la frivolidad". La búsqueda, la exaltación y el triunfo soberano de la frivolidad ante cualquier cosa.

Sus protagonistas son TODOS bellos y se mueven en el ambiente de la aristocracia norteamericana de los años veinte.
La (primera)guerra es algo tan lejano para los niños ricos... casi una extravagancia eso de enlistarse en el ejército, pensando en volver a la patria para dirigir la empresa de sus padres.
Una delicia para las niñas ricas eso de suspirar por su héroe llamado al deber, mientras siguen bailando al son de fox-trot.

Me gusta Fitzgerald, sinceramente, porque me identifica.
Gran confesión!, porque años atrás un chico me lo hechó en cara a manera de reproche. Concretamente me dijo que yo estaba loca si creía que toda la vida me la iba a pasar en fiestas extravagantes, con amigos extravagantes, con vestidos extravagantes, enamorándome extravagantemente tal como "una chica de libro de los años veinte". Eso fue lo que me dijo... además de que también estaba muy equivocada si creía que él me acompañaría en esas correrías.
En un principio debo reconocer que no sabía cómo sentirme frente a su claro ataque, porque la verdad es que sí que me atraía muchísimo la idea de vivir así; sin preocupaciones y siendo joven durante toda la vida. Por otro lado, me disgustó tremendamente el hecho que insinuara que yo era uan mina superficial y ,por lo tanto, tonta.

Ahora después de tener unos cuantos libros más de Scott en el cuerpo, puedo decir que sus personajes si bien son frívolos están muy lejos de la estupidez.
Ahora es cuando me identifico más con todo ello. Ahora que miro mi vida sin complicaciones económicas, sin desamor, sin fealdad y ,lo que es más radical aún; con TODAS las herramientas que da la combinación de una educación acomodada y una inquietud intelectual constante.
Ahora me doy cuenta mucho mejor de la desesperación del Gatsby, de la intranquilidad de Amory Blaine, del aburrimiento patológico de Anthony Patch.
La apatía del que nada tiene que perder porque simpre ha tenido y tendrá todo.

Hay un pasaje en "A este Lado del Paraíso" que me ha rondado últimamente. Ahí, un joven y confundido Amory habla con su mentor y amigo, Monseñor Darcy:

... _¿Y qué peor puede haber que mi actual falta de espiritú?

_Quizá en sí mismo... Pero piensa que estás en pleno desarrollo. Has tenido tiempo para pensar y echar por la borda todo tu viejo equipaje cargado de éxito, superhombre y todo eso. La gente como nosotros no vive de teorías como tú hacías. Hemos de hacer una cosa, y si nos dejan una hora al día para pensarla podemos hacer maravillas; pero en cuanto se mezcla ese afán de dominio, estamos perdidos, nos convertimos en borricos.

_Pero, monseñor, es que yo no tengo nada que hacer.
_Amory, entre nosotros te diré que yo he aprendido a hacerlo muy poco. Puedo hacer un sinfín de cosas antes que la primera que tengo que hacer, con la cual tropiezo una y otra vez como tú has tropezado con las matemáticas este otoño.

_¿Y por qué tenemos que hacer una cosa antes que otra? Me parece que es lo último para lo que estoy capacitado.

_Tenemos que hacerlo porque no somos personalidades sino personajes.

_Eso está bien. ¿Cuál es la diferencia?

_Una personalidad es lo que tú querías ser, lo que, por lo que me dices son Kerry y Slone. La personalidad es algo casi excusivamente físico, rebaja a la gente _yo la he visto desaparecer en una larga enfermedad_. Cuando una personalidad actúa, desprecia siempre la "primera cosa" por hacer. En cambio, el personaje se concentra, no se puede divorciar de lo que hace. Es como una barra de la que cuelgan muchas cosas, cosas brillantes a veces como las nuestras que el personaje utiliza con mentalidad calculadora.

_Algunas de mis más brillanates posesiones se cayeron cuando más las necesitaba _dijo Amory, conservando el símil con amargura.

_Así es; y cuando sientas que todo tu pomposo prestigio, tu talento y todo eso se ha venido al suelo, no tendrás necesidad de preocuparte por ellos; entonces podrás manejarlos a tu antojo.


Personalidades y personajes. Si bien Fitzgerald nos está dando la clave de cómo da y quita
color a sus personajes; no deja de llamarme la atención que esta misma estructura se adopta o no dentro de un determinado grupo social.

Y creo que la búsqueda que desespera a sus protagonistas y mí misma en la vida real, es justamente aquella... la de identificar la primera cosa por hacer.

De ahí el abatimiento. Porque una vida holgada y sin preocupaciones mayores te regala tiempo y el tiempo se puede ocupar de muchas formas.

Algunos personajes (o personalidades) de Fitzgerald, lo ocupan divirtiéndose y gozando de la vida loca. Para otros, el tiempo es una condena. La condena de pensar una y otra vez en cómo se les pasa la vida pensando en cuál esa LA COSA que realmente deben hacer, para no hacer de sus vidas un desperdicio de oportunidades y de aptitudes.

Me gusta Francis Scott Fitzgerald, porque aunque nunca descubra por mí misma LA COSA AQUELLA, siempre estará la posibilidad de escribir un libro acerca del hastío que representa la vida sabiendo que no se sabe nada nadita nada.

4 Comentarios:

A la/s miércoles, diciembre 14, 2005 6:27:00 a. m., Blogger XXX dijo...

Lo coincidencial es que el personaje también "tropieza con las matemáticas". de cualquier modo, esto de preocuparte por la educación y los libros y la inquietud intelectual me parece bien de clase media.

 
A la/s jueves, diciembre 15, 2005 11:36:00 a. m., Blogger XXX dijo...

Yo soy el soberano de un reino llamado Arbitrariedad, y desde ahí me permito comentar sobre lo que me estimule algo, pero siempre con la arbitrariedad y subjetividad que regala mi origen de ciudadano arbitrario. Tomo un elemento cualquiera, casi al azar, porque ya superé la Razón (y creo en la ficción). Por eso me cuesta entender tu reacción. Opiné con libertad y capricho, pero sin mala intención y tampoco con enojo.

Yo te quiero, y (por estos días) no hay motivos para estar enojados.

 
A la/s lunes, diciembre 26, 2005 8:09:00 p. m., Blogger Ixbalanqué dijo...

Fondo negro y letras blancas: casi veo imágenes tridimesionales saliendo desde el monitor. Pero pude leer sin problema hasta cierto punto, de las fiestas y la extravagancia, y la enajenación absoluta que atrae y llama. Bueno eso en realidad me repele desde cierto punto de vista, aunque podría llegar a ser interesante como manera de ampliar el "bestiario" de personajes que puedan existir en la sociedad. Hay personas interesadas en la psicología del resto de la gente, descubriendo cada día algo nuevo, así como un "despertar psicoanalítico" que permite abrir mundos y potenciar la propia mente y percepción. Bueno... la verdad es que tengo una rara afición por escapar a esas instancias tan frívolas. Es algo así como una intensa incomodidad ante lo grotescamente burgués. De todas formas, si toma un aire cómico, notable sería sacarle el rollo a la frivolidad extrema. En una misma fiesta, aunque juntos pero no mezclados, es lo que hay...

 
A la/s martes, julio 03, 2007 7:04:00 a. m., Blogger XXX dijo...

En esta parte del camino sospecho que algunos elementos de la Frivolidad pueden ser grandes aportes a objeto de alivianar la carga ante cierto enfoque pesado de ver la existencia. Es decir, creo que la Frivolidad y la Estupidez (especialmente la femenina, que es la que más me concierne e interesa por cuestiones de interés sexual) implican lenguajes que uno debe dominar con la mayor de las apariencias de espontaneidad y el mínimo de expresividad resentida, para que siempre hayan piernas dispuestas a abrirse al soberano gozo de uno.

Perplejo

 

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