miércoles, octubre 19, 2005


CONCEPCIÓN
(CIUDAD DE LA ETERNA MELANCOÍA)



Concepción es un asco. Siempre he pensado lo mismo y creo que me encanta pensar así porque de esa manera me sorprendo pasándolo bien las escasas ocasiones que eso ocurre.

No recordaba tanto frío en esta ciudad, de modo que nuevamente Concepción me recibe con los brazos abiertos.
La verdad es que he pasado muy muy buenos momentos acá, pero siempre acompañada.
Conce es una ciudad creada para la melancolía, lo cual surte total efecto en mí. Tanto así que en este preciso instante escucho un maravilloso disco de Tom Wait (Blue Valentine, para ser más exactos). Ay algo más melancólico? Puede que sí, pero en este momento es perfecto… no hay otro… grande Tom!.

Conce.
Conce es como una gran comuna de clase media alta en la cual obviamente existen periferias y por lo tanto “rotos”.
La gente es rara en esta comuna.
Es gente sureña, o sea que debieran ser cálidos… no lo son.
Es “la segunda capital de Chile”… y ahora cambian las librerías por sex shops (vaya progreso vaya modernidad!!!).
Los chicos se casan con las compañeras de curso del colegio, que después se convierte en compañera de universidad, pero ella en una carrera no tan power. Y cuando tienen hijitos los nombran Isadora o el nombre del padre (usualmente Benja o José Tomáaaa). Y cuando éstos cumplen los 4 años los despegan de la nana o de la abuela y los inscriben en el mismo colegio donde estudiaron los papis.

Una vez que cumplen 18 entran a la universidad a estudiar una carrera power (como ingeniería comercial), si es que se llaman Benja, o educación parvularia, si se llaman Isadorita; y luego se casan con el pololo de toda la vida que, por cierto, conocieron en el colegio.
¿Tengo que decir que los mejores amigos son sus propios primos o bien el hijo del mejor amigo (socio) del papá???

O eres un nerd.

Soy nerd.
Es raro esto de autodefinirse, pero es que tengo que tomar partido por algo… para poder partir.

Me cuesta partir en Conce, debe ser por esto mismo de que soy una nerd.
Me cuesta un demonio despertar en las mañanas y no es solamente por la resaca de la noche anterior. Es que hace frío, la cama está calentita con el scaldasono de mamá. Miro por la ventana y llueve, el bar de cerca de casa no abre hasta las 7 y mi nuevo novio está trabajando por nuestro futuro. Por lo tanto me quedo en cama… leo Artaud. Melancolía Melancolía Melancolía Melancolía Melancolía. Y Tom Wait y lluvia.
Cuesta partir en Conce.

Es rarísimo (pregúntenle a quien quieran) caminar por el centro de Conce. Habiendo menos gente uno espera caminar con cierto relajo... muy equivocado. La gente que mira las vitrinas de Falabella se sienten atraídas en cosa de segundos por la vitrina de Almacenes París, para lo cual tienen que cruzar completo el paseo peatonal a lo ancho cosa que dificulta bastante el desplazamiento hacia el sur que es donde queda la Plaza de Armas, si es que vienes de los tribunales o del Vómito (llamado tiernamente J.M. de Rozas).
La cosa es que la gente en Conce vitrinea en zigzag.

El punto es que me carga tanto la gente de aquí que suelo fijarme en otras cosas en Conce. Me vuelvo contemplativa, lo que no se si es bueno.
El olor de esta ciudad es exquisito, salvo cuando va a llover y el viento trae olor a harina de pescado desde Talcahuano.
Los colores son bellos, las hojas de los árboles son rojizas, el cielo cuando deja de llover es de un celeste demasiado celeste... como que quema.
El agua tiene un sabor dulce... el té queda muy rico en Conce, no así el café. La tierra también es roja, sobre todo hacia la costa y la costa... nunca he visto playas más lindas. Parece como si la roca en la que te acabas de subir fuera pisada por primera vez por un ser humano.

Se dan cuenta que estar solo en Conce puede ser malo para la salud mental?
No se si la melancolía sea una enfermedad, pero ciertamente es MI locura en esta ciudad.
Estoy acá y recuerdo mucho más claro por qué amo Santiago, por qué mis amigos son mis amigos, por qué Valparaíso fue nombrado Valparaíso. Y los hombres (ay, los hombres!) los míos. Pienso en la manera en que entran en mí. Pienso en la manera en la que no me permito salir de sus vidas. Pienso que nunca voy a poder enamorarme en Conce porque siempre estoy demasiado ávida de que algo me suceda, algo que rompa con la monotonía de la tristeza.

Melancolía Melancolía.
Conce. Mi Conce maldito.


miércoles, octubre 12, 2005


VÉRTIGO II (fragmento de una carta a Rodrigo Olavarría)



...No creo tampoco que el amor sea esa relación donde todo es perfecto y todo concuerda una cosa con la otra, todo en su lugar. Creo todo lo contrario. Creo que el amor es VER todas esas diferencias. VERTE a ti mismo transgrediendo tus propios límites y cometiendo lo que tú creías las peores fechorías, pero no en nombre del amor (que cursi), si no porque es posible ser esto o lo otro. Porque el otro es justamente OTRO y queremos ver por sus ojos, aunque sea imposible. El que el otro sea justamente otro es lo que lo hace divino. Que otro y no tú te aguante y lo que es más raro… te ame… te quiera matar… quiera matarse por ti… quiera hacer lo absurdo de lo absurdo.

Caeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer,

pero no caerse. Ese es el vértigo.

Entregarse, entregar todo lo que eres a otro. Cachai que es algo como importante, no? Entonces sólo imagina el preciso momento en que tu mano (llena de ti) se extiende hacia otra (que no sabes si tiene la fuerza suficiente para recibir, pero aún así lo haces) que se extiende también hacia la tuya. Imagina ese momento. Imagina las cosquillas en la mano, la falta de aire, el desasosiego sin temor. Imagina por último la felicidad que se sentiría cuando tu mano llega a buen término, imagina que ella tomó tu mano fuertemente, que no dejó que se cayera nada, imagina que ella todo lo contiene y lo que es aún mejor… lo hace crecer.
Eso debiera ser el amor. Al menos es lo que yo entiendo.

Vértigo.

Yo, desde que murió mi padre, he hecho de todo. No siempre he hecho lo que he querido, por razones de lo más domésticas, por cierto; llámense novios, plata, capacidad física, etc. Pero de que he hecho hartas cosas… he hecho hartas cosas.
Por ejemplo, siempre que tuve miedo… seguí. Claro que tratando de esconder el susto, tratando de olvidar todo al día siguiente si es que fue algo demasiado humillante, tratando de repetirlo si es que se trató de algo realmente bueno.
Creo que las únicas cosas que no me he permitido es hacer LOCURAS frente a la gente que quiero demasiado. Saltar de una ventana a otra (cosa que la Fran hace y yo muero) no lo hago justamente por eso. Pero hay otras cosas...
Sentir que no hay nada que perder más que la vida, saber que después que lo hagas (cualquier cosa) no sabes qué mierda hay más adelante (no como con la muerte)... todo ese VÉRTIGOOO.
Yo ya estuve ahí. Creo que todos estuvimos alguna vez ahí y creo que es súper fácil volver ahí.
El vértigo. La vida entera se te cuela por los poros y los muy giles no se dan cuenta que es el vértigo el que te impulsa al vacío o hacia el Hogar.

Recuerdo que cuando comenzaron mis andanzas sexuales (mucho antes de tener sexo propiamente tal), había un momento del manoseo en donde yo paraba. Un momento en el cuál el éxtasis se elevaba tanto y tenía tan dulce sabor, que yo no quería que acabara. Paraba antes de tener un orgasmo y me dedicaba a “pararme en la cornisa” y dejar que el mundo entero me diera vueltas. VÉRTIGO. Antes de la caída, porque la caída significaría el final… parece.

Vértigo. Después de mucho tiempo me he dado cuenta que ese vértigo lo he perdido. Gracias a mi facilidad de entregarme a las situaciones más peligrosas he logrado controlar esa sensación, pero muy a pesar mío.
Entendamos, primero, que las situaciones más peligrosas a las que me refiero tienen más que ver con el peligro de la transgresión de ciertos IDEALES o ESTATUTOS PRIMEROS y PERSONALÍSIMOS, que a situaciones exageradas (y a la vez ridículas) como enfrentar a un posible ladrón armado (digo ridículo porque uno hace esas cosas, justamente porque también se hace lo otro).
Lo he perdido (quiero tratar de ser honesta y eso es debido a las cuatro copas de vino que he ingerido desde el principio de esta nueva carta hasta el momento) por acostarme con cuanto saco de pelotas se me ha cruzado por delante, pensando que eso no sería más que sexo y también por acostarme con cuanto saco de pelotas se me ha pasado por delante, pensando que ESE saco de pelotas pudiera ser AQUEL saco de pelotas que dios me dio en el paraíso (como diría Rojas). Cachai?

Vértigo. No quiero que eso se termine o al menos, quiero que vuelva a tener el sentido que tenía antes del primer viaje.




martes, octubre 11, 2005


VÉRTIGO


Vértigo es una palabra que creo que puede definir mi paso por la vida. Siempre yéndome de todos lados y llegando a otros que no domino.
Después de un rato de adaptación y de vagar por el centro del lugar en cuestión, puedo llegar a ciertas conclusiones, como si el herrar fuera una suerte de experimento que puede que resulte como que no resulte. Experimentar con uno mismo es algo bueno en el sentido que no involucramos a otros en nuestra psicopatía y posible fracaso, pero el sujeto a observar sufre un montón de cambios durante el tiempo de exposición.


Estoy cansada y múltiples veces mutada. Vértigo es una palabra peligrosa.
No es que me sienta vieja, es que necesito descansar para poner mi mente en orden y comenzar (partir) a hacer algo con toda la información recolectada hasta el momento. Si fuera una viajera productiva (tipo beat) creo que sería cómodo seguir en el vértigo, pero no lo soy. En el fondo soy una puta romántica y conservadora (no se si existe una buena interpretación de esa palabra) y necesito llegar a una posada calientita para tomar un buen baño de tina y una buena siesta.

Creo que esa posada se llama hogar… y no lo tengo. Vivo buscándolo y creándolo. A veces creo que lo he encontrado y la verdad es que sólo era un espejismo.
Una sola vez me sentí en un hogar, pero fue sólo por unos minutos y luego (paradójicamente) lo destruí. Fue la única vez que estuve enamorada.
Es bastante terrible llegar a la conclusión que mi búsqueda desesperada de “algo” sea la de volver a enamorarme.

Si es verdad lo que dice la canción estoy completamente cagada. Esa que dice… el amor es uno uno y nada más lo demás humo humo que se va… Realmente sería atroz.Sería atroz sobre todo porque convertiría en banal la búsqueda que REALMENTE me desespera. La somatizo, me duele el cuerpo, se entiende? Cuando contemplo lo que entiendo por belleza… sufro y a veces parece que me voy a volver loca. No encuentro la manera sana o cuerda de vivir el amor o el arte. Todo duele, todo requiere de un sin fin de puñaladas directo al corazón. Toda la nueva información que entra en mi sistema se pone a pelear a muerte con mis estatutos anteriores. PLOP! así sea.